domingo, 4 de agosto de 2013

X Triatlón Valle de Agramón

Preparativos previos a la salida en la T1
Ayer tocó el X Triatlón Valle de Agramón. Un Triatlón sin duda especial, en el que pese a celebrarse en una población muy pequeña, de hecho es una pedanía de la vecina Hellín, se respira un aire intenso y diferente desde el mismo momento que llegas a ella. Se respira puro deporte y Triatlón por los cuatro costados, éste evento tiene todos los ingredientes para que sea, si no lo es ya, una prueba mítica a nivel nacional. El precioso y privilegiado entorno también contribuyen a ello, desarrollándose la prueba en el Pantano del Camarillas y la Sierra de los Donceles, si bien, éste entorno se encuentra tristemente deteriorado por el incendio forestal que lo asoló hace poco más de un año, pero aún así mantiene gran parte de su encanto y misterio.
Así, nos disponemos a tomar la salida algo más de 300 triatletas, cada uno con sus metas y objetivos. Unos pocos saldrán a disputarlo, otros buscarán una buena clasificación general, y la mayoría, atraídos por los encantos que describía anteriormente, buscarán enfrentarse a sí mismos y a sus miedos más íntimos, teniendo como objetivo principal encontrar buenas sensaciones sobreponiéndose a los tres segmentos, para poder concluir éste Triatlón, y divisar al final el arco de meta. En éste último grupo de participantes me encontraba yo ayer.
El escenario del Pantano del Camarillas, una vez sumergido en sus frías aguas, rodeado de tantos triatletas y con el ambiente propio de la prueba, es un ambiente imponente como pocos. Inevitablemente se siente un cierto miedo, eso a lo que le solemos llamar respeto...hacia lo que nos espera ahí adentro, hacia lo desconocido... es inevitable.
Momentos iniciales del segmento de natación
Y así se dá el bocinazo de salida y comenzamos el reto. De inicio nado unos primeros metros muy fuertes, a un ritmo casi máximo, mi intención es colocarme bien de salida y evitar los golpes y tumultos que se producen en el grueso del gran grupo. Voy por la parte central, algo escorado a la izquierda, y voy sacando la cabeza hacia ambos lados, respirando cada 3 brazadas. Veo que voy en primera línea de nado, pero a ambos lados veo que apenas se estira el gran grupo, claramente el nivel está siendo muy alto desde el principio. Tras 200 metros de alta intensidad, me "relajo" un poco, sé que ese no es mi ritmo, y esa bajada inevitable de ritmo me trae lo que precisamente quería evitar. Me pasan participantes por un lado y por otro y me meto en zona tumultuosa y de golpes. Trato de guardar mi posición, pero la llegada a la primera bolla es un suplicio agónico, recibo por todos lados, me cierran en la parte interior de la bolla, pero con cuidado me voy abriendo aunque haga más metros, prefiero evitar historias.
Todos los Triatletas nadando en el pantano
Voy levantando la cabeza, y veo que éste paso por la primera bolla ha estirado bastante la cosa. Nado otros metros muy intensos y me coloco a cola de un grupo grande que veo que va justo delante. El paso por la segunda bolla ya se hace mucho más rápido y limpio. La calma por fin llega, el ritmo es fuerte, pero voy cómodo ahora a los pies del que me precede, metido en un grupo que con lo que puedo ver desde dentro del agua, parece grande. Ya puedo empezar a ir centrado solo en mí, en deslizarme sobre la superficie, en cuidar la técnica, en disfrutar del contacto directo con el agua y la naturaleza, la cual también nos quiso acompañar en esos instantes en forma de lluvia, rompiendo a llover el nubarrón negro que teníamos justo encima de nuestras cabezas... no se puede pedir más épica.
Así logro salir del pantano y confirmo lo que intuía: he nadado bien y voy en un grupo bastante grande de triatletas, separados por muy pocos metros.
Aquí empiezan para mí los momentos más duros, la salida del pantano corriendo y la llegada a la T1, donde se encuentran nuestras bicicletas. Una locura lo que cuesta realizar estos metros, durísimo. Llego a la bici, hago una rápida transición, y afronto las ásperas rampas de salida del pantano ya sobre mi bicicleta.
Pese a que pretendo tomármelo con cierta calma, la pendiente y el desarrollo de mi bici apenas me lo permite, voy clavado, creo que voy con todo metido (39-23), pero al llegar arriba me doy cuenta de que he subido todo con el 39-21, o sea, llevaba un piñón de margen, que pensaba que no lo tenía y por tanto, no lo utilicé durante esta subida. Error fatal con rampas del 10 y 12% de salida. Pese a todo no pierdo posiciones y veo que el grupo que hemos salido del agua vamos todos en un pañuelo. No sé que posición será eso de la general, intuyo que no debo ir muy mal, entre los 50 primeros aproximadamente y con muy poca diferencia entre todos.
Pero la salida del pantano corriendo y su continuación sobre la bici me han dejado completamente KO las piernas, y en vez de pensar en coger ritmo e incluso remontar posiciones, que sería lo normal teniendo en cuenta que la bici debe de ser uno de mis puntos fuertes, me veo obligado a levantar el pié y a relajar un poco la musculatura de las piernas y la espalda. Llegados arriba de la salida del pantano la pendiente ya es favorable, pero no puedo coger ritmo todavía, bebo algo de agua, tomo aire, y trazo las curvas con cierto cuidado, sobre la carretera rugosa y mojada.

Paso por las calles de Agramón
Así van pasando los kilómetros, voy poco a poco mejor, cogiendo algo de ritmo. Durante alguno de los tramos me pasan algunos triatletas, acoplados sobre sus cabras de contrarreloj, con cascos aerodinámicos... es alucinante como va de equipada la gente. Yo no voy mal de material, pero éstas cosas te hacen sentir como un poco pardillo.
De todas formas sigo a lo mío, cogiendo ritmo y sensaciones. A la entrada de Agramón parece que voy mejor, pero no concluye la bici, salimos de la población y afrontamos la dura subida que hay en dirección Hellín, en la llamada Sierra de la Cabeza. A la salida de Agramón empiezo a ver que realmente voy mejor, me siento cómodo acoplado, empiezo a mover más y mejor los desarrollos, en éste tramo el recorrido se cruza con los de delante, y puedo ver que lo 5 primeros van destacados, pero que luego está todo muy igualado, con muy pocas diferencias, en un minuto y medio vamos más de 50 triatletas.
Aprieto los dientes en la subida, después de tantos años en bici de montaña es en éstos duros repechos donde mejor voy y me encuentro, pero enseguida llego arriba, giro de 180º y vuelta a Agramón, últimos kilómetros ya hacia abajo.

Llegada a la T2
La entrada a la población sabe a gloria, el objetivo de terminar está un poquito más cerca.
Los primeros metros de la carrera a pié, al menos para mí que acabo de volver a ésto, son de adaptación al cambio de deporte, a penas puedo estirar la zancada, voy buscando más la frecuencia de movimiento, más adelante buscaré más la amplitud. Los esfuerzos previos han dejado bastante exprimidas las piernas, difícil encontrar buen feeling. El primer kilómetro es realmente duro, pero poco a poco el cuerpo va un poquito a más y te permite desarrollar mejor el esfuerzo. Para mí éstos son los momentos más duros, pero a la vez más bonitos de un triatlón, cuando llegas a la carrera a pié final, cuando has superado las otras dos disciplinas, es cuando el sufrimiento es mayor, pero cuando la recompensa de la meta está más cerca, ya no hay nada más que te separe de tu objetivo... tú mismo y la distancia.
Durante éstos últimos kilómetros de carrera a pié, es importante mantener la concentración en lo que se hace y el esfuerzo, pero es inevitable que surjan determinados pensamientos. Para mí lo más alucinante de todo ésto es el poder purificador del deporte. Es increíble la gran capacidad que tiene éste elemento de ponernos en nuestro sitio y lugar, y reencontrarnos con nosotros mismos.
Últimos metros de carrera
Cuando en ocasiones nos sentimos fuertes y poderosos, o por otro lado, cuando el estrés del trabajo y de la vida tan artificial que muchas veces la mayoría llevamos, nos hacen sentirnos alejados de lo que realmente somos, para mí, el deporte y éste tipo de esfuerzos nos hacen remontarnos a nuestro orígenes más primitivos, esos que han forjado a fuego nuestros genes durante milenios. Nuestro pasado, no solo lejano, sino también cercano, es ése, es éste. Para mí el deporte y éstos esfuerzos nos devuelven la humanidad que ésta vida de hoy muchas veces nos quita. Nuestra condición humana es ésta, no otra, la sensación de esfuerzo, placentera y dolorosa, la simbiosis entre cerebro y cuerpo, nos recuerdan lo que somos y significamos, ni más ni menos.
Así sigo corriendo, a cada paso acorto la distancia hasta la meta...y concluyo.

Contento y orgulloso, puedo sacar muchos tipos de conclusiones. En lo referente a mí, creo que puedo estar contento de forma general, sobre todo por la natación, como así me siento, quizás me queda la espina de no haber rendido en bici al nivel que debo y se me supone, pero acabo de regresar a ésto, y hoy no ha sido mi día en bici. Y en la carrera a pié lo que he dado es lo que puedo dar.
Si miro el resto de la gente, bueno, no está mal, el 48º de la general, con un nivel muy alto e incluso participación internacional, entrando con el primer Hellinero y siendo el primer Jumillano con cierta diferencia. Ahora levantaré el pié en los entrenamientos, esperando coger de nuevo ritmo para volver a estar fuerte a finales de mes, donde tengo la ilusión de hacer buen papel en los Triatlones Cross de Villena y Bocairente.

Recuperando el aliento tras cruzar la meta

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